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Se ha avanzado, pero persiste la homofobia

Sentada en su silla de ruedas, Irina Layevska observa cómo un caudaloso río de hombres y mujeres rodea la glorieta de La Palma, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, para continuar con la trayectoria que los llevará hasta el Zócalo, a unos pocos kilómetros de distancia.

-Hace 38 años sólo salimos 12 personas –recuerda lacónica la activista transexual-. Y todos acabamos en la cárcel.

Ahora en cambio, las ráfagas de viento que anuncian lluvia agitan con violencia las banderas arcoíris. Los carros alegóricos desfilan repletos de jóvenes que bailan con el torso pintado con lemas como ‘Love is Love’ o ‘Pride’. Y numerosos padres de familia llevan a sus niños a la edición 38 de la marcha del orgullo gay vestidos con camisetas que piden “tolerancia”, “igualdad” y “dignidad”.

Ya no es un día de reivindicación, de lucha. Se ha convertido en un carnaval

ha avanzado –dice Layevska cuando se le pregunta si la Ciudad de México es tan incluyente como dicen las autoridades-. Pero no es tan ‘gay-friendly’ como ellos aseguran. O bueno, este día sí –matiza-. Porque el ‘dinero rosa’ también cuenta. Y todos los antros se percataron de que no importa si el dinero es gay o no, y por eso se da apertura para que se hagan este tipo de eventos.

Pero, ¿y los otros días del año?

El resto del año, contesta acto seguido Irina con voz rasgada, siguen prevaleciendo las agresiones contra la comunidad gay y transexual, mientras las autoridades ministeriales catalogan estos crímenes como “pasionales”.

-La discriminación es un delito que figura en el código penal. Sin embargo, ningún MP sabe qué es la discriminación. No la catalogan, no la tipifican, no la persiguen y no la castigan –expone la activista, quien critica que “la inclusión queda muy bonita en el discurso y en los logos rosas, pero en la práctica la realidad es otra”.

Por ello, Irina hace un llamado a la comunidad LGBTI para “rescatar” el día del orgullo gay, “como un día de lucha y de resistencia”.

-Es que ya todo se ha convertido en un carnaval –critica la activista, mientras observa los carros alegóricos que pasan cerca de ella-. Ya no es un día de reivindicación, de lucha, ni para conmemorar la memoria de cientos de muertos y muertas que la comunidad LGBTI ha tenido en años años de lucha.

-Nos olvidamos –añade-, de lo que pasó en Orlando (el 12 de junio, la organización terrorista ISIS se atribuyó el asesinato de 50 personas en el bar gay ‘Pulse’); nos olvidamos de lo sucedido en Xalapa, Veracruz (el 23 de mayo, un grupo armado asesinó a cuatro personas en un bar gay); y nos olvidamos de lo que sucede en la Ciudad de México, donde nos matan a los transexuales y lo catalogan como crimen pasional. 

“Lo de ‘gay-friendly’ es más un reclamo turístico, no la realidad”

Diego Juárez, integrante del Movimiento de Trabajadores Socialistas, opina en el mismo sentido que Irina. Mientras sostiene junto con otros compañeros una pancarta que pide poner fin a los crímenes homofóbicos, Juárez cita algunos datos que se expusieron en el Foro Homofobia y Derechos Humanos en México, realizado en mayo de 2015 en la Facultad de Derecho de la UNAM.

En ese foro, la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia (CCCOH) presentó un informe –que puedes leer aquí- en el que detalla, no a partir de datos oficiales sino de reportes periodísticos de todo el país, que en los últimos 19 años se han registrado en el país mil 218 homicidios por homofobia, aunque advierten que por cada caso reportado hay, al menos, cuatro que no se denuncian.

En cuanto a las entidades con más homicidios por homofobia, el informe señala que la Ciudad de México ocupa el primer lugar en el país, con 190 casos. Le siguen Estado de México, con 119; y Nuevo León, con 78.

-Se supone que en la Ciudad de México hemos obtenido conquistas importantes, y aún así es el primer lugar en crímenes de odio –subraya Juárez, quien considera que el término ‘gay-friendly’ se utiliza más como un reclamo turístico, que para describir la realidad de la ciudad.

-Por ejemplo –comenta-, la Zona Rosa es el único lugar donde podemos vivir nuestra sexualidad de manera más libre. Pero esa zona son sólo dos calles de la ciudad. En el resto sí vivimos discriminación.

E igualmente, sufren discriminación en los empleos, añade el activista, donde muchos se ven orillados a aceptar sueldos inferiores al de personas heterosexuales que realizan el mismo trabajo.

Cabe recordar al respecto, que de acuerdo con la encuesta ‘Atención a Personas LGTB en México’, realizada por el Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), en algunos empleos les solicitan la prueba de VIH a las personas gay. Incluso, la mitad de los encuestados refirió que ha vivido una situación de acoso, hostigamiento o discriminación por su condición.

“En provincia nos marginan; en la CDMX sí hay libertad”

Anahí Charles, por el contrario, opina que aunque es cierto que “quedan muchas cosas por pulir”, la Ciudad de México “sí está muy avanzada en derechos humanos y en derechos para la comunidad LGBTI”.

-En comparación con lo que sucede en otros estados, la Ciudad de México es de lo más avanzado que tenemos en el país –recalca la capitalina, quien apunta que una de las medidas que sugiere al gobierno de la ciudad es llevar pláticas y talleres a las escuelas, para ofrecer “una educación de género y de diversidad sexual” a los niños, “para formarlos en el respeto a los demás”.

-Es cierto, aún falta mucho por hacer –dice por su parte ‘Ene-Ka’, integrante de la comunidad ‘Gaymers México’-. Aún no se puede caminar de la mano con tu novio en algunas partes de la ciudad. Pero también es cierto que hay otros lugares como la Zona Rosa, la Condesa, o Insurgentes, donde sí lo puedes hacer sin ningún problema.

Por eso Román, natural de Poza Rica, Veracruz, dice que con todo y los retos que quedan por delante, él ve en la Ciudad de México un refugio, un espacio de libertad y de integración que no tiene en su estado natal.

-En provincia aún somos muy criticados, muy marginados –lamenta el veracruzano-. Aquí, en cambio, hay más libertad. Es una ciudad mucho más incluyente.

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