Ser “Godinez” no es un adjetivo, es todo un estilo de vida que incluye largas horas en la oficina intentando pasar desapercibido, sueños eróticos con la “muchacha nueva” de contabilidad y una continua exploración gastronómica de los chngarros callejeros ubicados a un kilómetro a la redonda de la oficina.
Sin embargo, ser “Godinez” también tiene sus puntos álgidos: conoce cuáles son las peores pesadillas que todo empleado godín teme enfrentar:
El horario de verano
“La verdad es que no me acostumbro al horario”, es la frase más escuchada en los pasillos de todas las oficinas públicas y privadas de la gran ciudad. “¡Me robaron una hora de mi vida!” es el justo reclamo de muchos.
El horario de verano te hace andar “a medios chiles” y con ganas de escaparte a un sitio apartado para descabezar un sueño. Todo mundo anda de malas o con cara de “¿qué hago aquí?”.
Lo peor es que no falta quien comience a contar los días que faltan para que, en octubre, te regresen tu horario normal (eso sí, nadie se queja cuando les dan una hora más de sueño).
Qué no llegue el señor de las tortas de tamal o la señora de los chilaquiles
¿Saliste de casa tarde y no te dio tiempo ni de agarrar una de las barritas de frutas? No hay problema, en la esquina de la oficina está el señor de los tamales que colocará dentro de un bolillo la solución a tus problemas.
El viernes por la mañana, bien crudo, ¿te relames los bigotes por la perspectiva de un plato de chilaquiles bien picosos? Seguramente la señora ya se encuentra en ese puesto estratégico del camellón, lista para ayudarte a eliminar las consecuencias de esa noche de copas.
Sin embargo, cuando llegas al punto mágico, lo único que encuentras es desolación… ¡No vino hoy!
Tendrás que conformarte con gansito y un refresco por que el presupuesto no da para más.
El clima
Típico, faltan 20 minutos para que el reloj marque la amada hora de la salida y, justo cuando ya reuniste tus topers y guardaste tus cosas en la mochila: ¡¡Brooooouuum!!
El dios Tlaloc toca tus tambores anunciando el próximo chaparrón/tormenta/granizada que inundará calles, detendrá al transporte público y transformará tu tarde en una pesadilla…
… y además se te olvidó el paraguas.
Cuando viajas en el transporte público y se abre el “toper”
Nada peor que llegar a la oficina con todas las cosas bañadas en sopa de fideo o batidas con ese adobo “tan rico” que sobró del sábado.
No solamente tus cosas quedan hechas un asco, sino que también se quedan para siempre con el olor característico del pipián a la veracruzana o del mole de olla.
Cuando no puedes ir al cajero temprano
Es quincena, te urge pagar deudas, el Netflix y la de la tanda te anda correteando desde la mañana… urge sacar dinero del cajero.
Te escapas de la oficina, corres a toda velocidad, casi te mata un pesero cuando cruzas la avenida y… hay una cola infame frente al cajero.
Cuentas más de 20 personas y, lo peor, las cinco mujeres en la fila antes que tú tienen más de 50 años y todas portan el uniforme de una empresa de limpieza.
Vas a estar ahí para siempre.
-o-
Definitivamente cinco momentos que no se los deseamos a nadie.
¿Tú conoces alguna pesadilla godín capaz de quitar el sueño?