Informa el diario La Jornada sobre un estudio que realizan varias instituciones sobre los microrganismos que se pueden encontrar en el Sistema de Transporte Colectivo de la Ciudad de México, “Metro” pa’los cuates.
Al parecer existe cierta preocupación por los riesgos para la salud que podrían representar los grandes tumultos ¡5.5 millones de usuarios al día!
El descubrimiento de microrganismos como las bacterias fue uno de los grandes avances de la historia de la medicina. Gracias a esto pudimos quitar el nivel “castigo de dios” a la enfermedad para llevarla a un grado más terrenal.
De la misma forma este descubrimiento nos llevó a desarrollar medidas para luchar contra estas pequeñas amenazas cuya peligrosidad varía desde una humilde gripa hasta la peste negra. Vacunas, desinfectantes, medidas higiénicas son tan sólo algunas de las medidas con las que luchamos en contra de estas micro amenazas.
Los resultados de estos estudios, al momento, sólo han encontrado los elementos patógenos de costumbre que, en su gran mayoría, no pueden contra un sistema inmune normal. Nuestros cuerpos están diseñados para contrarrestarlos siempre y cuando estos no sean muy virulentos, extraños o de ciertas especies en particular.
Sin embargo ahora, en estas épocas de preocupaciones inventadas, parce que el término “bacteria” ha pasado a formar parte del bestiario de la ansiedad. Jabones y productos de limpieza ofrecen eliminar el 99.99% de los “microbios y bacterias”, seguramente, madres preocupadas por la salud de sus hijos los compran en un afán de protección.
Malas noticias: es prácticamente imposible vivir en un mundo sin “microroganismos y bacterias”, de hecho las que mueren por causas de estos son casi de inmediato sustituidas por nuevas cepas generadas por las sobrevivientes que, de paso, generan resistencia a dicho producto.
Por supuesto que hay que tener cuidado con los “bichos” sin embargo la mejor forma de hacerlo es a la tradicional: Cada vez que entres a tu casa o a tu sitio de trabajo, lávate las manos. Si ya pasaron un par de horas, vuelve a hacerlo. Evita tocar tu cara (nariz, boca y ojos) y, sobre todo, evita preocuparte por las bacterias, porque estas no se van a ir a ningún lado.
Gracias a la exposición continua a estas es que nuestros sistemas inmunológicos se hacen más fuertes.
