En la CDMX hay poco más de 200 mil hombres y mujeres que desempeñan un cargo en la administración pública; esto, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Imagina que todos ellos trabajaran desde su casa. Definitivamente, el tráfico en la ciudad disminuiría considerablemente. Precisamente, con el objetivo de disminuir los problemas de movilidad urbana, la CDMX quiere que 4,000 trabajadores de las dependencias y órganos de gobierno de la Ciudad de México hagan home office.
¿Esta medida es realmente funcional?
Resulta que en otros países como Finlandia, Suecia, Japón y Estados Unidos ya se han puesto a prueba este tipo de programas. Sin embargo, fuera de los beneficios de poder equilibrar la vida personal con el trabajo y la reducción de costos gracias al ahorro de espacios de oficina, también se ha registrado la tendencia de confundir los límites entre la vida laboral y familiar, aumento de las horas de trabajo y el aislamiento.
Los problemas surgen de la ambigüedad que hay en relación con el tiempo que se debe dedicar al trabajo. También, existe una falta de comunicación e intercambio de ideas entre los colaboradores, lo que puede dificultar el cumplimiento de objetivos.
Sin duda, para que en la CDMX se pueda implementar este modelo laboral será necesaria una preparación especial que permita integrar un marco regulatorio, medidas de seguridad y esquemas de capacitación adecuados para alinear los objetivos de las dependencias con las habilidades y expectativas de sus trabajadores.
