Este año, el Festival Internacional de Cine de Venecia en su edición número 74, es de los mexicanos. Primero, porque Guillermo del Toro fue escogido para presidir el Jurado. Y no sólo eso, a finales de julio también salió la noticia de que dos directores mexicanos llevarían sus filmes al Festival de Venecia. Ésta invitación no sólo se trató de una proyección, sino para que las producciones entrarán a la competencia por un León de Oro.
Se trata de Carlos Reygadas con Nuestro tiempo y Alfonso Cuarón con Roma. El Festival comenzó el miércoles 29 de agosto y la proyección de la cinta de Cuarón hizo los honores de apertura, es una película en blanco y negro que trajo de vuelta al director a México para contar una de las historias más personales e íntimas de su vida, la cual fue filmada sin un guion estricto y con la naturalidad de un personaje que no pretende serlo.
Fue ambientada en la década de los 60, una época de cambios políticos, culturales, pero sobre todo sociales, presenta la historia una familia de clase media que mantiene su unión gracias a la presencia de Cleo, la ayudante doméstica de ascendencia indígena. Los personajes viven en la colonia Roma de la Ciudad de México en un momento, como mencionamos, de cambios drásticos en todos los niveles que influyen la vida de los hombres a un nivel social.
Cuarón se inspiró en las mujeres que formaron parte de su vida y lo convirtieron en el hombre que es hoy, y por ende, en uno de los directores más aclamados de la actualidad no sólo a nivel nacional, sino todo el mundo.
La crítica ya dio su veredicto. En Rotten Tomatoes ostenta un 94% de aprobación y en el portal Metacritic alcanzó una calificación de 95/100, lo que se traduce a Universal Acclaim. La película recibió una ovación de siete minutos al finalizar su proyección en Venecia. Además, es considera la mejor obra del director mexicano hasta ahora. Claro, sin menospreciar a Y tú mamá también (2001) o Gravity (2013), cinta que recibió siete premios Óscar y que puso a Cuarón en la mira del cine internacional.
Y no está de más, Cuarón no sólo fue el director, sino el encargado de la fotografía, su propio editor y guionista. Es un retrato único que define a Cuarón con la Ciudad de México, los estudiantes, las protestas, el machismo, la soledad y el amor, como escenario final.
