Bendito sea el gobierno que, gracias a su gestión, se puede dar el lujo de detener el programa de verificación vehicular durante todo un semestre para así “modernizarse”.
La verdad es que se necesita tener muy mala leche para pensar, siquiera sugerir, que el tema es por las elecciones. Las benditas elecciones que podrían definir el futuro y la presencia del Partido de la Revolución Democrática en su último bastión, del tesoro de la corona, del único territorio que han podido conservar: la Ciudad de México.
Ironías aparte, desde que se instituyó el dichoso programa (al que nunca me cansaré de criticar por su ilógica y sus inconsistencias) allá en la prehistoria ochentera, nunca, repito NUNCA, se había suspendido por ninguna razón.
Ahora, casualmente, necesitan modernizar y actualizar a los verificentros por lo que el programa “vital para la salud de los citadinos” (ellos lo dijeron, no yo) va a detenerse un semestre para regresar hasta después del primero de julio, día de las elecciones.
A pesar de que la secretaria del Medio Ambiente de la Ciudad, Tanya Müller diga lo contrario, le están apostando a que los capitalinos lleguemos a las urnas sin recuerdos recientes de ese engorroso y muchas veces corrupto trámite de la verificación vehicular.
Quieren restarle un pequeño porcentaje de enojo al capitalino para ver, si nuevamente, les regala su voto.
Increíble hasta donde llega el afán de poder de nuestra clase dirigente.
