Por una u otra cosa, la mayoría de nosotros nos enfrentamos a diario con complicaciones variadas.
Surgen problemas de salud, dificultades en el trabajo, embrollos sentimentales, discordias familiares, tropiezos económicos… Y a veces crecen o se amontonan poniendo a prueba nuestro aguante.
Hay etapas más o menos tranquilas, pero hay otras que son de terror. Por lo que es importante procurar mantenernos fuertes.
He aquí algunas ideas para conservar la calma, la cordura y las fuerzas cuando el estrés aprieta.
1. Cuida de tu cuerpo
Esto es lo más importante: duerme lo necesario, come equilibrado y haz ejercicio, dentro de tus posibilidades.
Mantén siempre las reservas de energía llenas. Porque enfrentarte a las complicaciones con el tanque vacío es mucho más difícil.
2. Acepta el estrés como parte de la vida
“¿Cómo pudo pasarme esto?” Destierra esa pregunta y todas las que se le parezcan. Las situaciones difíciles son inevitables.
Son inevitables los problemas, los errores, los imprevisto. Porque, mientras sigas haciendo cosas y moviéndote hacia delante, algún obstáculo vas a encontrar. Y porque no puedes controlar cada cosa que sucede o sucederá.
Precisamente, eso es lo que puedes recordar cuando arrecien las dificultades: De un modo u otro, saldrás de ésta y seguirás adelante, como otras veces has hecho.
3. Evita hacer tormentas en vasos de agua
Cuando la vida se complica, basta una sutil inconveniencia para verlo todo más negro todavía.
Se te derrama el agua en el escritorio y te lo tomas pésimo: “No hago nada bien.” Fallas en un triste examen y te parece que acabas de tirar tu futuro por la borda.
Ese drama te lleva de cabeza al pesimismo y añade un estrés innecesario. Por tanto, resiste la tentación de montarte una película catastrófica en la cabeza, por un error o incidencia que, visto con la cabeza fría, no es tan grave.
4. Ten un repertorio de medidas sanas anti-estrés
Hay maneras de combatir el malestar del estrés que, lejos de arreglar la situación, la complican: beber para olvidar, comer para acallar las emociones incómodas, topar la tarjeta de crédito, etcétera.
¿Para qué escapar de las emociones? Permítete sentirte triste, nervioso, asustado, y elige actividades saludables para manejar tu estado emocional: sal a caminar, charla con un amigo, practica tu hobby, medita, haz ejercicio.
5. Asume tu responsabilidad
Ponerte en un papel de víctima no te servirá. Las situaciones difíciles son inevitables y muchas de ellas ocurren sin que tú intervengas para nada. Cierto. Pero, ya que suceden, a ti te corresponde decidir qué hacer al respecto.
Colócate en una posición de poder. Decide y actúa donde puedas o creas conveniente, en lugar de ceder gratuitamente ese poder a terceros.
6. Despierta la consciencia de lo que aprendes
Hay situaciones estresantes que la mayor satisfacción que proporcionan es salir de ellas cuanto antes.
Hay otras que prometen mejoras: un ascenso en el trabajo o un hogar más confortable, a costa del esfuerzo que realizas hoy.
Eso sí, todas ellas (las prometedoras y las que no lo son tanto) te están curtiendo y dejando lecciones que pueden ser muy útiles más adelante.
Esto es lo último en lo que uno piensa cuando está envuelto en un mar de problemas: el crecimiento personal en una época de crisis. Aun así, es un punto a considerar para mantenerte en la lucha.
De muchas de estas temporadas difíciles, uno sale más sabio, más resistente, más hábil para manejar los siguientes desafíos.
No siempre pasa esto, desafortunadamente. Pero, para mantenerse fuerte, ayuda mirar los problemas como situaciones que enseñan, más que como maldiciones de las que sólo sacas ansiedad y cansancio.