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Aprende a superar la pérdida de un hijo

Nunca se está preparado para afrontar la pérdida de un ser querido, pero entre todas las muertes cercanas la más imprevisible y desgarradora es la muerte de un hijo. Para los padres resulta una de las experiencias más difíciles de la vida.

Se encuentran desesperados, perdidos en un profundo desconsuelo y sin ganas ni energía para seguir viviendo. La única forma de encontrar con el tiempo un nuevo sentido a la existencia, de renacer, pasa por no rehuir el dolor, vivirlo intensamente y dejar fluir las emociones y los sentimientos.

La pérdida de un ser querido es terrible, sin embargo, existe otra que es mucho peor, y que Paula Stephens detalla emotivamente a continuación:

“Cuatro años y medio después de la muerte de mi hijo mayor, finalmente fui a un grupo de apoyo para padres que habían perdido a sus hijos. Fui para apoyar a un amigo que acababa de perder a su hijo. No estoy segura de haber ido de no ser porque pasé por lo mismo hace cuatro años, y ojalá hubiese tenido un amigo que me acompañara en ese entonces. La pérdida de un hijo es el viaje más solitario y desoladoque una persona puede vivir y las únicas personas que pueden comprenderlo de cerca son aquellas que comparten la misma experiencia.

La reunión fue organizada por un grupo local dedicado exclusivamente a brindar apoyo a las personas que han perdido a hijos, nietos o hermanos. El facilitador fue un caballero alto que había perdido a su hijo de 17 años, hace ocho años atrás. Él comenzó la reunión diciendo que el pre requisito para pertenecer al grupo era algo que nadie estaba dispuesto a pagar. Bueno, no podía tener más razón: nadie quiere pertenecer a este club.

Este grupo de increíbles supervivientes incluía padres cuyos hijos habían sido atropellados por conductores ebrios, asesinados, muerto por sobredosis, alcoholismo, suicidio y extraños accidentes. Las edades de los niños oscilaban entre los 6 y 38 años. Al escuchar las historias tuve una reacción muy visceral, pero también me sentía muy honrada por la grandeza de esas madres y padres.

La mayor parte de lo que comparto en este artículo proviene de esa reunión, pero también de mi propia experiencia al haber perdido a un hijo hace ya cuatro años, y después de aceptar que va a ser un viaje de toda la vida el poder sanar una pena tan profunda. Los siguientes cinco consejos pueden servir comouna brújula para ayudarte a dar apoyo a esos padres en duelo y que comienzan un viaje sagrado que nunca quisieron emprender.

1. Recordar a los hijos

La pérdida de los hijos es un dolor que todos los padres en duelo comparten, y es un grado de sufrimiento que es imposible de comprender si no lo experimentas de primera mano. A menudo, cuando sabemos que alguien está experimentando algún dolor, nuestra incomodidad nos impide acercarnos a él de frente. Pero queremos que el mundo recuerde a nuestros hijos, sin importar la edad que tenían.

Si ves algo que te recuerda a mi hijo, dímelo. Si te acuerdas en los días de fiesta o en su cumpleaños que perdí un hijo, por favor, dime que te acordaste. Y cuando hable de él o reviva ciertos recuerdos, compártelos conmigo, no nos alejemos. Si nunca conociste a mi hijo, no tengas miedo a preguntar por él. Una de las mayores alegrías que tengo es hablar de mi pequeño.

2. Acepta que no puedes “arreglar” las cosas

Una muerte tan perturbadora como la pérdida de un niño es algo que destruye a una persona (especialmente a un padre) de una manera que no se puede arreglar o solucionar ¡nunca! Vamos a aprender a recoger los pedazos y seguir adelante, pero nuestra vida nunca será la misma.

Todos los padres en duelo deben encontrar una manera de seguir viviendo con su pérdida, y es un viaje solitario. Agradecemos tu apoyo y esperamos que puedas ser paciente con nosotros hasta que encontremos nuestro camino.

Por favor: no nos digas que es hora de volver a nuestras vidas, o que ya ha pasado el tiempo suficiente, o que el tiempo cura todas las heridas. Agradecemos tu apoyo y amor, aunque a veces no lo demostremos, pero nuestro dolor no va a desaparecer. Es algo que debes observar, reconocer y aceptar.

3. Saber que hay por lo menos dos días al año en que necesitamos tiempo a solas

Todavía contamos los cumpleaños y fantaseamos con cómo se vería nuestro hijo si todavía viviera. Los cumpleaños son especialmente difíciles para nosotros. Nos duele el corazón celebrar la llegada de nuestro hijo a este mundo, y cada vez estamos intensamente conscientes del agujero que hay en nuestros corazones. Algunos padres crean rituales mientras que otros prefieren la soledad. De cualquier manera, es probable que necesitemos tiempo para procesar que ha pasado un año más sin nuestro hijo.

También está el aniversario de la muerte. Este es un proceso notablemente similar al que experimentan los padres de un recién nacido, primero contando los días, luego los meses y después el aniversario de un año.

Sin importar cuántos años pasen, la fecha del aniversario de cuando nuestro hijo murió trae recuerdos profundamente emocionales y sentimientos muy dolorosos (especialmente si hay un trauma asociado con la muerte del niño). Los días previos a ese día pueden sentirse como una muerte inminente o como si fuera difícil respirar. Tal vez compartamos contigo lo que está pasando, pero tal vez prefiramos no hacerlo.

Aquí es donde el proceso de remembranza ayuda. Si me has escuchado hablar de mi hijo, serás capaz de intuir cuando estos días difíciles se estén acercando.

4. Darse cuenta de que luchamos todos los días por ser felices

Es una batalla en curso el equilibrar el dolor y la culpa de sobrevivir a tu hijo con el deseo de vivir de una manera que honre su tiempo en esta tierra.

Como padres en duelo, estamos constantemente buscando el equilibrio entre la felicidad y el dolor. Es posible que te des cuenta de esto cuando estemos juntos en una boda, graduación o cualquier otra celebración. No te vayas, vívelo con nosotros y sé parte de nuestro proceso.

5. Acepta el hecho de que nuestra pérdida podría hacerte sentir incómodo

Nuestra pérdida no es natural, está fuera de lugar; cuestiona tu sentido de seguridad. No sabes qué decir o hacer, y tienes miedo de empeorar las cosas.

Nunca olvidaremos a nuestro hijo. Y, de hecho, nuestra pérdida siempre estará bajo la superficie de todas nuestras emociones, incluso la felicidad. Preferimos emocionarnos al escucharte hablar de nuestro hijo, a que trates de protegernos del dolor y vivir en negación.

El duelo es como un péndulo. Cuanto más fuerte y más profundo es el amor que sintamos más pena sentiremos al otro extremo. Considéralo una oportunidad sagrada para estar hombro con hombro con alguien que ha sufrido uno de los eventos más aterradores de la vida. Y levántate con nosotros”.

Fuente: http://sermejorpersona.com

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