Una investigación ha confirmado que el amor que sentimos por nuestras mascotas puede llegar a tal extremo que nos hace incluso capaces de empatizar con ellos tanto o algunas veces más que otros seres humanos.
La organización benéfica Harrison’s Fund llevó a cabo un experimento para comprobar si las personas eran más propensas a donar dinero para ayudar a perros o a humanos.
De esta manera imprimieron dos anuncios, uno con la imagen de un niño pequeño y otra con un perro, ambas acompañadas de la frase: “¿Darías 5 libras para salvar a Harrison de una muerte lenta y dolorosa?”
Finalmente, Harrison el perro fue quien recibió más donativos. Esta teoría de que nos solidarizamos más con nuestros amigos peludos también quedó patente en otro estudio, en él se demostró que nos horrorizamos más con las historias de perros golpeados o heridos que con la violencia infligida a nuestros iguales.
Para demostrarlo, esta vez los investigadores de la Northeastern University repartieron a 256 voluntarios periódicos con noticias falsas. En todas se relataba la misma historia de un ataque perpetrado por un hombre desconocido con un bate de beisbol, lo único que cambiaba era la víctima: en una era un bebé de un año o un adulto de 30 años y en otras era un cachorro o un perro adulto de seis años.
Las conclusiones mostraron que los niveles de empatía más altos se registraron con las historias del bebé y los perros y los más bajos fueron ante el ataque al hombre de treinta años. Esta investigación también resultó reveladora para los investigadores, ya que descubrieron que muchas personas consideran a sus perros iguales a algunos miembros humanos de su familia.
Los expertos creen mostramos mayor empatía hacia aquellos que consideramos impotentes, vulnerables e incapaces de cuidar de sí mismos. “Vemos a las personas adultas capaces de protegerse, mientras que a los perros adultos los vemos como grandes cachorros”, asegura Jack Levin, coautor del estudio.
Además, muchos de los participantes no consideraban a los perros como un animal cualquiera, sino como un miembro más de la familia.